26/09/2022

Secuencias cínicas.

«Yo no quiero talar el árbol que nos ata a la vida, ni caminar contigo bajo un Sol sin aura, ni que me chupes la sangre. No quiero odiar sin causa aparente y, por sobre todas las cosas, no quiero asumir que «felicidad» y «plenitud» son conceptos de mentira, ¿verdad? Contigo me siento como cuando el gato vomita el pelo que se lame, justo así. Eres nocivo y por eso te dejo».

Eso estaba escrito en la nota que te dejó tu ex pegada a la nevera, dentro de la cual sólo había alcohol barato y dos limones pudriéndose. Si te paras a pensar, no es tan difícil expresarse, ¿cierto? ¿o es que no sabes abrirte el alma y dejar que drene? ¡no sabes! No hace falta estudiar medicina para ello, hace falta ir a urgencias y gritar: "¡doctor, me estoy muriendo!". Y la conversación fluirá un poco así:

«-¿Qué tienes? ¡Eres demasiado joven para morir!
+Tengo la mente enferma, necesito dejar de pensar y soltarlo todo.
-Pero no hay operaciones para eso, muchacho.
+Sí, antes sí había. Eran conocidas como lobotomías, ¿es que ya no se hacen?
-No.
+Ah bueno, llego un par de siglos tarde, disculpe».

A esto se le llama hablar sin preámbulos. Entonces quieres encontrarle un sentido y no lo tiene, el doctor también quiere y no lo tiene; cuando se reúna con su esposa le contará el suceso y ésta querrá encontrarle un sentido y tampoco lo tiene. "Vaya loco", pensarán. Al llegar a casa quieres abrirte la cabeza con un picahielo pero sabes que no puedes porque sería muy arriesgado. Al final dibujas y coloreas simulando que es sangre, pero por desgracia es tinta del bolígrafo rojo, y ahí te pones a pensar en lo visceral que es todo lo que se te cruza por la mente mientras suena cualquier disco que ahora mismo alguien odia. La melodía te absorbe y se te prende una luz dentro del cerebro. Joder, ¿por qué no te has dado cuenta antes? ¿no sabes delirar bien? Te levantas, caminas, entras en una farmacia y la conversación transcurre así:

«+Señorita, necesito medicación para la mente.
-Tenemos una gama nueva de productos naturales, sin químicos, para relajar y alcanzar un sueño reparador.
+Señorita, le estoy diciendo... que necesito matar la mente, delirar con psicodélicos, ¿es usted tonta o qué?».
 
Enfurruñado te diriges a un parque, a ver si con suerte puedes estrangular a unos cuantos patos del estanque. Te sientas en un banco pintado de corazones con iniciales de parejas que probablemente hoy en día se odian. A tu lado ves a un anciano con zapatillas de abuelo y el pelo teñido de blanco sin necesidad de haber malgastado el dinero en peluquerías. Éste, con una voz más ronca que un cocainómano rockero, te dice:

«-Joven, la vida es un paseo en trineo, pero a mí ya me queda poco, ni siquiera puedo respirar bien.
+Pues yo no encuentro anestesia mental, vaya día llevamos...
-¡Los jóvenes de hoy en día no aguantan nada, no son valientes!
+¿Quiere usted ser hoy el menú especial de esos putos patos?
-Voy a llamar a la policía, maleducado».

Pasados diez minutos suenan sirenas y se te acercan dos policías corpulentos a darte lecciones de moral, como si ellos hicieran algo más que sembrar miedo y violencia. 

«-Muchacho, debe usted respetar a los mayores.
+Glorificar a los mayores sólo porque tienen la carne arrugada y pensamientos de antaño es el mayor absurdo. Además ustedes los desahucian y apalean sin escrúpulos, pero claro, yo sólo soy un simple ciudadano sin autoridad, entonces soy el violento, ¿verdad?».

De nuevo vuelves a casa más amargado que cuando saliste. Está a punto de caer la noche y piensas que la mejor opción para cenar es vino caducado, a ver si es cierto que el estómago cría gusanos. Pero bueno, algo es algo, ya que mariposas no pueden ser. Te preguntas si venderán mariposas enlatadas y acto seguido carcajeas, qué cosas tienes. Entonces suena tu móvil, es un mensaje de la persona especial que estás conociendo. Quizá esta vez pueda salir algo bien, quizá vaya a funcionar, pues pareces importarle y parece ofrecerte kilos de mariposas en bolsa. Comienzas a leerlo:

«-Oye, lo siento. He estado pensando. Eres muy interesante, inteligente, gracioso, atractivo y dulce, pero...
+Pero».

Suspiras y, decepcionado, arrojas el móvil a la basura porque la historia ya te la conoces, ya sabes lo que viene. Otra vez. Perooooooo... tocan a la puerta y te entregan un paquete. Oh dios, qué será. Lo abres y resulta ser un trasto estúpido de un euro de AliExpress (el cual ni recordabas que habías añadido al carrito hace semanas) y mientras lo miras, piensas: "todos somos contingentes, pero esta mierda es la única necesaria".

06/09/2022

Metáfora de cómo me siento blablabla.

Voces desgarradas a lo lejos.
Dentro mi mente canta para no escuchar ni escucharse.
¿Qué particular manía es esa?
Parece que tengo bombas en las sienes.
Dice mi manuscrito que el Yo es la metafísica que nos condena a la Tierra,
el Otro es el lazo que hay que romper.
Intolerancia del Yo, cansancio del Otro.
No quiero ser esto, tengo disforia mental.
Tiemblo bajo un árbol hueco y centenario.
Tengo vendas en las rodillas ensangrentadas y busco un desierto para morir.
Quiero morir donde todavía quede un ápice de oxígeno,
donde no se escuchen gritos ni sonidos violentos.
Quiero morir imaginando el oasis que nunca tendré.
Quiero morir, quizá, a manos de un forajido que muerda mi piel;
sería mejor eso que morir en cualquier guerra de la mente.
Ese forajido me propondrá hacer un pacto y rajará la palma de mi mano.
O quizá lo obligaré yo.
Ese pacto será como un sello de muerte sin juramentos,
ya que las palabras son humo que se inyecta en los pulmones y los ennegrece.
Nunca busco culpables, sólo necesito entendimiento.
Entender, razonar, racionalizar el por qué.
Por qué las cosas son como son, por qué me siento de esta forma.
Por qué las personas no comprenden que me vacío, que soy 70% veneno.
Dibujo formas, maneras de contarlo.
El sastre me cosió los ojos y la boca cuando yo sólo quería lucir un vestido bonito;
se podría decir que ahora luzco uno, pero es harapiento.
El aire está sobrecargado de angustia, el río ya no augura nada bueno.
La noche está tan oscura que ya no se divisan estrellas para guiar a los errantes del camino.
Ya no llegan juglares ni enamorados, ni piratas satisfechos con sus acciones.
Las cartas están en blanco porque no hay sentimientos.
Las curanderas están muertas y los arqueros se han clavado flechas en los ojos.
El tesoro ha sido saqueado y los barcos quemados para no ser encontrados nunca.
No hay caza de brujas, hay caza de ideas; esto ha sido así desde siempre.
Hay una catedral que se está desmoronando y ya nada es seguro, sagrado o puro.
En el pueblo todo es caos, pues dicen que ha llegado la hora.
Contempla a lo lejos cómo todo arde, cómo todos se desafían en duelo.
Agarra entonces mi mano, forajido, y vámonos de aquí dejando un rastro de gotas de sangre a nuestro paso.