30/01/2023

La Nada tiene náuseas.

La Nada me ha susurrado vagamente: "hija mía, vomítalo todo antes de que sea tarde. No te hinches ni explotes ni llenes el Universo de vísceras, mejor llénalo de conceptos, de pensamientos y estados emocionales, porque todos somos Nada y más Nada seríamos sin ese vómito". Entonces le he hecho caso:

Siento nostalgia de lo que no viví, 
del forajido que me toma como rehén,
de un baile de salón,
de una doncella prometida soñando con un delincuente,
de un claro de luna en el bosque,
de un Whisky entre miradas cómplices,
de un ave de paso,
del vientre de mi madre,
del amor del colegio,
del amor que nunca tuve,
del que perdí,
del que no hice.

Amor, así concibo yo el amor:
si tu cuerpo fuera de clavos, yo me clavaría como Cristo.
Si tus dedos fueran tenedores, yo te ofrecería mis ojos.
Si tu lengua fuera cicuta, yo me envenenaría.
Si tienes sed en un desierto, yo te ofrecería la sangre de mis venas.
¿Y si tengo sed? Me bastaría con tu saliva.
Si tus palabras fueran dagas, yo me cortaría.
Si tus pasos condujeran a mundos infernales, yo te seguiría.
Si tus manos destrozaran todo lo que conozco, yo sobreviviría entre ruinas.

En un estado de supervivencia cuando nadie me mira 
le arranco el ojo a un ángel,
me sirvo veneno,
me muero en el suelo,
clavo insectos en las paredes.
Cuando nadie me mira le resto importancia al "me"
y soy una calaverita con dos soles negros por ojos.
Porque es en esos momentos en los que
miro la vida como miro un Sol que se está muriendo.
(NADA ES LO SUFICIENTEMENTE BRILLANTE AHÍ FUERA).

Fuera siento hastío
por un mundo sistemáticamente ciego
y semánticamente pobre.
Hastío de tallar este escrito en la pared,
de que todo sea verborrea absurda,
hechos intrascendentes, sentimientos insustanciales.

Insustancialidad es eso que todos ofrecen
y paradójicamente a nadie le gusta,
es mirar la vida pasar desde el borde de un telesilla,
es arrastrar el cuerpo carente de sustento,
es ver interrumpida la paranoia del loco.

Y paranoicamente te busco en mis recuerdos,
en las rencillas de mi cerebro (no estás), 
en las esquinas de mis sienes,
en mis arterias,
en los huesos que me he arreglado con pegamento.
La paranoia hace de mí un ser tembloroso:
un sólo movimiento significa trillones de posibilidades,
un escenario significa incontables obras por interpretar.

Interpretar la vida, los sueños, los pensamientos, las palabras, el ser, el ente;
interpretarlo todo para acudir al parto de Filosofía, 
la cual trae al mundo dos gemelas brillantes y destructivas: 
Metafísica y Ontología.
Intentar interpretarlas es darle al Todo una explicación 
para llegar a la Muerte, a la Nada y al Vacío:
destinos que nunca debieron expulsarnos mediante su vómito.

4 comentarios:

  1. Anónimo30/1/23

    Gracias.

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  2. Diría que nunca he tenido problemas de estómago o digestivos, y justo cuando parece que ya lo has echado todo, siempre se queda algo en la recámara. Hasta mi mandíbula desencajar...

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